‘Big Money’

“Es más fácil engañar a la gente que convencerlas de que han sido engañadas”. Esta célebre frase atribuida al escritor americano Mark Twain describe perfectamente la situación que se vive hoy en día en Quevedo, lugar donde Miguel Ángel Nazareno Castillo, más conocido como Don Naza, manejaba Big Money, una operación que prometía a sus participantes un retorno de inversión de hasta 90 % semanal.

Aunque las investigaciones siguen en marcha, el “emprendimiento” de don Naza tiene todos los rasgos de ser un esquema de Ponzi. Este tipo de estafa es sencilla de montar, pero tremendamente efectiva. Simplificando las cosas, el esquema funciona del siguiente modo: el estafador le promete a “A” un retorno estupendo si le da su dinero, digamos del 90 %. “A”, confiado, le entrega 100 dólares. Posteriormente, el estafador va donde “B” y le hace la misma propuesta, y este también le entrega 100 dólares. Ahora bien, lo que el estafador hace es simplemente utilizar los 100 dólares de “B” para pagarle a “A”, devolviéndole 190 dólares. “A”, sorprendido de esta ganancia espectacular, decide invertir ahora 500 dólares y decirle a su amigo “C” que haga lo mismo. Ahora el estafador simplemente toma el dinero de “A” y “C” y con eso le paga a “B”, y así sucesivamente. En efecto, los asombrosos intereses que el estafador les da a sus víctimas simplemente proceden del dinero de las otras personas que entran dentro del esquema. Lo que en definitiva se está haciendo es pagar las “inversiones” más antiguas con el dinero que proviene de las más nuevas, haciendo creer a las víctimas que los retornos provienen de actividades económicas legítimas, todo mientras el estafador se lleva una tajada del pastel. Evidentemente, este montaje tarde o temprano colapsa, pues llegará el día en que el dinero que entra dentro del esquema no bastará para pagar todos los intereses pendientes. Sin embargo, para ese momento el estafador hace tiempo habrá huido.

Quizá lo más peligroso de este tipo de esquemas es que las víctimas frecuentemente acaban defendiendo al estafador, tal como está sucediendo ahora en Quevedo.

En efecto, la estafa funciona precisamente porque al principio el delincuente sí cumple con sus promesas, pagando a los ‘inversores’ los espectaculares intereses que prometió. Estas ganancias convencen a las víctimas de que el emprendimiento es real, y que fue la interferencia de las autoridades aquello que causó que colapsara. Peor aún, incluso si las víctimas se dan cuenta de que todo es un engaño, al tener dinero invertido en el esquema ellas tienen un interés de que este siga en marcha hasta que puedan retirarlo. A todo esto se le suma el hecho que este tipo de estafadores son carismáticos y frecuentemente realizan obras de caridad para ganarse el respeto y confianza de la comunidad a la que están engañando.

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Artículo de Adrián Pérez: «Big Money»

Que un fraude tan viejo y tan obvio haya engañado a tantos evidencia la urgente necesidad de incorporar programas de educación financiera en el currículo de las escuelas de nuestro país. Esperemos que esto ocurra pronto.

Autor: Adrián Pérez

Fuente: El Universo

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