La culpa es de San Pedro

“…yo creo que estamos afrontando una crisis de agua, no una crisis energética… es la sequía más grande en 61 años…” palabras del ministro de Gobierno – Arturo Félix Wong, en una reciente entrevista…

En realidad, la sequía sin duda contribuye al déficit energético, con mayor motivo si el esperado Niño nunca llegó, consecuentemente no se pudo reservar agua; pero, depender exclusivamente de las lluvias para que el país tenga energía eléctrica, es muy grave; tan grave, como la infortunada dependencia al petróleo, valga la digresión. Es decir, hemos delegado ingenua y torpemente a la madre naturaleza nuestra supervivencia, sin cortar irresponsablemente el cordón umbilical con la cómoda y peligrosa dependencia.

Cabe preguntarnos, ¿cómo obtienen energía eléctrica, aquellos países o lugares, en los que existe alto riesgo de sequía, como Sudáfrica, Siria, Bolivia, Australia, Jordania, entre otros, en los que llueve poco?

Resulta apresurado, culpar de los apagones al actual gobierno (pero sí es su responsabilidad afrontarlo), ya que este es un problema que ha venido arrastrándose y atravesando el Ecuador por años, en las cuales, en determinados gobiernos, la corrupción, irresponsabilidad y falta de previsión, han generado un amargo cóctel, que ahora el país en la penumbra debe sorbo a sorbo tomar a la luz de una vela; situación agravada por la creciente demanda eléctrica vs la limitada oferta.

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Artículo de Gerardo Villacreces: «La culpa es de San Pedro»

Según fuentes periodísticas, el ministro de Energía y Minas ha indicado al país que, el gobierno ha invertido en generación eléctrica, cinco veces más, que otros gobiernos en los últimos siete años. Adicionalmente, ha manifestado que, está en proceso la adquisición de una cantidad significativa de MW; que la barcaza turca (Emre Bey) de generación eléctrica estaría generando 100 MV, y que en octubre se incorporaría otra; y, para diciembre, se espera que la central hidroeléctrica Toachi – Pilatón aporte con 200 MW, entre otras acciones. Esperemos que esto ocurra, ya que el perjuicio económico al país en su conjunto es enorme, a más de la afectación a la sociedad por la latente inseguridad; y, fuera por supuesto, del alto costo que implica la adquisición de energía de emergencia.

No está por demás reflexionar en el sentido de que, existen en el mundo, varias alternativas como fuente de energía eléctrica, como la eólica, la eólica marina, la geotérmica y la solar fotovoltaica, principalmente. Un caso interesante es el de la India, que aproximadamente el 75% de su producción de energía eléctrica, se generaría mediante centrales térmicas de carbón.

Para el caso ecuatoriano, adicionalmente a las acciones mencionadas por el ministro, debe sumarse el necesario sentido de austeridad en el consumo, tanto del sector privado (debemos arrimar el hombro) y, sobre todo del público ¿cuántas dependencias y edificios del Estado trabajan de día con las luces prendidas e, incluso, permanecen encendidos en las noches y madrugadas? Adicionalmente, el estímulo y desarrollo de fuentes alternativas de energía, tanto publicas como privadas, con una ley que realmente facilite aquello, así como el impulso de alianzas público-privadas (en las que el proponente no pueda ser echado a un lado), se vuelve indispensable. Otra modalidad práctica y válida, es el bombardeo de nubes focalizado, actividad que no es nueva en el país, ya que en los 70s, se utilizó bajo el liderazgo y responsabilidad del Alberto Villacreces G. (mi abuelo), quien lo desarrolló y realizó – con la tecnología de la época – internándose en avioneta en las nubes para depositar en ellas hielo seco, aserrín, etc., obteniendo éxito en muchos casos y, contribuyendo así, con el desarrollo de Manabí y de manera particular con el sector agrícola.

En realidad, el tema de fondo del déficit eléctrico es estructural y por ende sería de mediano y/o largo plazo su solución, problema que se originaría en el monopolio estatal en la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, cuando esto debería ser delegado, por lo menos parcialmente, al sector privado, o si no, ¿preguntémonos por qué sí funcionan las telecomunicaciones en el país? La respuesta es clara, porque las mismas, en parte, están en manos del sector privado. Adicionalmente, no sería menos cierto que, el sistema como tal también presenta un serio problema económico, ya que, según entendidos, el valor del kilovatio hora se lo entregaría subsidiado, es decir, el valor de generación y/o compra por parte del Estado sería mayor al precio de venta al consumidor, consecuentemente cortar inteligentemente y de manera focalizada ese desfase, mediante el sinceramiento de los precios tendría mucho sentido, a efectos de utilizar dichos recursos para reparar y/o ampliar los sistemas de generación, transmisión y distribución, sin perjuicio del desarrollo de otras modalidades.

En buena hora, al momento de terminar de escribir esta columna, estaría lloviendo en el sur del país, esperemos suba la cota de Mazar que estaría casi al límite en 2.120 msnm; sin embargo, suponer y depender de la divinidad para que no haya oscuridad es una barbaridad que raya en la irresponsabilidad, un grave error; y, en ese orden de ideas, y aunque sea también un error enfocarse en los culpables y no en las soluciones, está claro en realidad que, la culpa no es de San Pedro – con todo respeto – señor ministro de Gobierno.

Autor: Gerardo Villacreces

Fuente: El Comercio

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