En mi columna de la semana anterior, me refería a las impertinentes y desafiantes declaraciones de A. Boscán, quien forma parte de un conocido medio digital, en contra de la Fiscal General.
En estos días, nos despertamos con la noticia, de la intempestiva e indefinida salida del país de Boscán en unión de su familia, rumbo a Canadá. Las razones expuestas de su salida, serían porque sus vidas correrían peligro. En dicho país, entiendo, estarían solicitando no un asilo político, sino asilo territorial (refugio), al amparo de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y el Protocolo de 1967, instrumentos internacionales suscritos por Canadá.
Al día siguiente de la salida, dicho medio digital, más allá de victimizar a Boscán y atacar a otros periodistas que han cuestionado las prácticas de la persona en mención, exhibió un documento, que sería al momento su bandera de lucha, el mismo que, en su oportunidad habría sido extraído del celular de R. Cherres, asesinado en extrañas circunstancias el año pasado, persona que habría sido vinculada a actividades delincuenciales.
Boscán enfrenta una campaña mediática en su contra, resultado de su propia forma de hacer periodismo.
En dicho documento, proporcionado en días recientes al medio digital por un funcionario de la fiscalía, existiría en palabras de dicho medio, un informe del seguimiento, que habría sido realizado por una unidad policial y, en el mismo se detallarían los horarios, movimientos, vehículos, el personal policial asignado a la seguridad de Boscán y de su familia, etc., en el cual se utilizarían expresiones como el “blanco” refiriéndose a este, e incluso concluyendo que su “ejecución” sería recomendable el momento en que salga de la que sería hasta hace poco su residencia – ubicada en un lujoso edificio – de la ciudad de Quito.
A criterio del mencionado medio, dicho documento, que habría reposado en reserva más de un año en la Fiscalía, era un plan de la mafia para atentar contra la vida de Boscán y quizás de su familia. Sin duda, lo mencionado, es un tema delicado y sensible que merece investigación y explicaciones, y que infortunadamente alcanza también a la familia del periodista. Sin embargo, siendo probablemente real dicho documento, no es de extrañar que tenga el sello de la fiscalía y esté foliado (numerado) debido a que sería parte de un expediente fiscal; lo que si llama la atención es, que se desnuden sus actores al haberse agregado al mismo, un sello de la unidad policial que supuestamente lo habría elaborado, lo cual resulta forzado. De igual suerte, es difícil suponer que haya existido mala fe de la fiscalía para ocultar el documento, cuando las etapas investigativas en muchos casos se llevan en forma reservada; y, peor aún, cuando la información que se desprende del documento, ya la conocía el medio hace un año, según sus propias palabras, y las partes gozaban de protección policial.
Quedan otros interrogantes, en el viento de las circunstancias, como, por ejemplo: a) Los acercamientos y conversaciones – imprudentes en forma por decir lo menos – del periodista con un importante narcotraficante, ¿fueron solo para fines periodísticos a efecto de obtener información o tuvieron otras connotaciones? b) Interrogantes como, la actitud bravucona de Boscán en contra de la Fiscal, sin entender ni separar que, pese a lo delicado de su tema, no se puede dejar de señalar los válidos y necesarios aciertos de la Fiscalía en contra de la impunidad en muchos asuntos. c) Interrogantes en el sentido de que, pese a que el documento recién lo habría obtenido el medio digital, la información – como ya se mencionó – ya la conocían desde tiempo atrás, razón por la cual, salta la duda ¿por qué ahora se utiliza ese argumento como fundamento para la reciente salida del país, y no se realizó esta antes, cuando estaba de por medio la vida? d) ¿Por qué Boscán se puso a favor del juicio político en contra de la Fiscal, es decir en la orilla del correísmo?, sin entender ni practicar que el periodismo debe anteponer al interés y/o simpatías y/o antipatías propias, el interés general. En otras palabras, podía observar y/o criticar el comportamiento de la Fiscalía, pero no por eso generalizar y pretender desprestigiar a la Fiscal, que es uno de los pocos baluartes que goza la sociedad. e) Interrogantes como la salida intempestiva del comunicador, la misma que coincide con el (en buena hora) derrumbamiento del juicio político en contra de la Fiscal, cuando días antes, como consta en mi columna anterior, Boscán amenazó a la Fiscal con tener información que podría afectarla para que se la censure, dando la impresión – cierta o no – de una suerte de chantaje.
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Existen muchos interrogantes, dudas y cuestionamientos alrededor del polémico periodista, el mismo que, contribuyó sin duda a exponer a la luz pública importantes temas de corrupción, pese a que, con su peculiar estilo periodístico, se anticipaba a los jueces para sentenciar mediáticamente a los investigados, atentando a la presunción de inocencia, ya que solo por sentencia ejecutoriada se puede declarar la culpabilidad de una persona.
Lo cierto es que, la desenfrenada e imprudente boca de Boscán, lo tendría contra las cuerdas; e infortunadamente acosado por una campaña mediática de ataque, que el mismo en su oportunidad también la generó a su manera, avalándose así el refrán “el que siembra vientos, cosecha tempestades”. Ojalá, así como el fuerte viento de verano de Quito, se llevó la antipática – para muchos – boina del periodista; el viento de la impunidad no se lleve las luces de la verdad, que permitan esclarecer y poner los puntos sobre las íes de todos los actores en este lamentable entramado, que va más allá del mencionado e infortunado documento.
Autor: Gerardo Villacreces
Fuente: El Comercio