Olvidemos la muerte cruzada. Ya no hay legisladores, ya están los candidatos apurados buscando partido y buscando alianzas, el Consejo Electoral haciendo presupuestos y los electores listos para escoger entre los paraísos que ofrecerán los políticos. La Corte Constitucional no podrá echarle freno de mano a la maquinaria en plena marcha; le arrancaría el brazo.
Analicemos las condiciones que exhiben los partidos políticos cuando se enfrentan a lo que más les gusta: las elecciones. El país corre el riesgo de repetir su historia porque sigue dividido entre correísmo y anticorreísmo.
UNES no esconde el gusto porque se cree el favorito a la vista de la crisis que afecta a los otros partidos. Sin embargo, el correísmo tiene piso alto y techo bajo, además es un partido roto, la mitad de su dirigencia está fuera en el grupo de prófugos y condenados pretendiendo dirigir telemáticamente a la otra mitad. ¿cuánto tardará en producirse la rebelión?
Los otros partidos están quebrados. El socialcristianismo soñará en el milagro de Nebot candidato; cualquier otro despertaría la vanidad de los que se creen mejores y seguiría dividiéndose. Pachakutik, dividido, tiene encima la espantable figura de Iza que no cree en las elecciones ni en la democracia y amenaza con una unidad basada en la justicia indígena.

Los demás son partidos sin figuras o figuras sin partidos. El Consejo Electoral les ha dado dos semanas para que celebren elecciones internas, hagan alianzas y lancen candidatos. Es poco tiempo; para unirse necesitarían décadas. Igual que en el pasado el anticorreísmo tiene la victoria en sus manos, pero tiene una condición imposible: la unidad.
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Otto, Villavicencio, Hervas, Yaku, Bacigalupo, Yunda, Freile, Lasso, más todos los que se consideran “outsiders”… tendremos candidatos por docenas. Lo que no tendremos es un proyecto para nuestro Ecuador, un proyecto que nos haga soñar, que nos ponga a pensar el futuro, que nos garantice seguridad, empleo, salud y educación.
Autor: Lolo Echeverría
Fuente: El Comercio