30-S: La Gran Mentira

Luego de una década, uno de los protagonistas del 30-S cuenta las lecciones que deja esa revuelta. Este es un testimonio del coronel y asambleísta por CREO, César Carrión, quien era el Director del Hospital de la Policía, donde ocurrió la balacera.

El 30-S fue una gran mentira. Nos acusaron de un intento de magnicidio, de un secuestro y de un golpe de Estado blando. Eso fue totalmente falso. Lo que sí sucedió el 30 de septiembre del 2010 fue una protesta policial, pero el propio expresidente Rafael Correa cambió los argumentos y fue protagonista de la tesis que él inventó. Con el invento del magnicidio persiguió a la gente y, especialmente, a los uniformados de la Policía Nacional. Fueron más de 1 500 procesados y 140 sentenciados a nivel nacional.

Pero fue una protesta que debían haber prevenido los ministros de esa época, el ministro de Gobierno y el ministro de Defensa. Pero el correísmo no desistió de sus tesis y distorsionó la aplicación de Justicia. Después de la consulta del 2011 (con la que empezó la reestructuración judicial) todos los jueces y fiscales temían resolver cualquier proceso del 30-S en contra del Gobierno. Ahora sabemos, por el caso Sobornos, que 11 procesos judiciales fueron vigilados desde oficinas paralelas. Lo dijo la señora Pamela Martínez: un tal señor del Hierro era quien lo hacía. Es decir, la Justicia no actuó de forma independiente.

En esa época sentí todo el peso del correísmo. Sucedió después de haber dado una declaración a CNN el 20 de octubre, y decir la verdad. El sábado 23 de octubre, el expresidente Correa dispuso al ministro y al fiscal que se actúen en mi contra por que yo era uno de los conspiradores. Esas fueron las órdenes y se ejecutaron, a los tres días yo estaba en prisión. Fue imposible demostrar mi inocencia cuando ya me calificaron de culpable. Tenía apenas tres meses en el cargo de Director del Hospital de la Policía.

30S Rafael Correa
El 30-S: La Gran Mentira

Los involucrados sentimos el poder que tenía el gobierno en la Justicia. Más la propaganda en la que gastaron mas de un millón y medio de dólares en cuñas publicitarias. Todo esto fue para encubrir ese saldo trágico: cinco fallecidos, más de un centenar de heridos e incursionar en un hospital. Lo último es un delito de lesa humanidad y que no prescribe.

Los primeros jueces y fiscales que me acusaron eran de la línea del gobierno. Me incluyeron en el proceso de los policías del Regimiento Quito, me acusaron de ser cómplice de homicidio. En el 2011 cambiaron la figura penal a supuestas agresiones físicas. Pero en las sabatinas Rafael Correa me acusaba de intento de magnicidio.

Pero no fue así. Ese día, el 30 de septiembre, cuando sucedió al revuelta, dejé pasar a Rafael Correa al área del Hospital, junto al Regimiento Quito. Un video fue determinante para mi defensa. Si es que no existirían esas imágenes, que milagrosamente filmó un médico desde una terraza, yo hubiera seguido en prisión con todo el poder que tenía el expresidente Correa. Me entregaron ese video, hicimos la secuencias de las fotos. Son imágenes que reflejan todo lo contrario. Sin embargo, ese mismo video, aparecía manipulado en las sabatinas, donde se interpretaba cualquier cosa menos la realidad. Pero en los tribunales de Justicia se presentaron las imágenes y se demostró que yo jamás cerré la puerta a Rafael Correa. Le abrí la puerta para cuidar de su integridad.

No debían acusarme. Debían llamarme como testigo para contar lo que pasó dentro del hospital. Ese día, recuerdo, trabajé hasta las 00:00, conocí cómo se atendieron a las personas heridas y al propio Presidente. Es decir, cumplí mi rol como Director del hospital. Dispuse la atención del personal médico a quien lo necesite, incluso al propio expresidente Correa, porque era mi función y mi obligación en ese momento.

Pero todo cambio por la entrevista a CNN. Y por haber dicho que el expresidente Correa no estuvo secuestrado. Es que era simple: un secuestrado no puede ordenar su rescate.

Mi hija tenía 11 años. En una ocasión tuve que ir de la prisión a una de las audiencias en la Corte Provincial. A ella no la habia visto porque no quería que me visite en la cárcel porque para una niña es un lugar deprimente. Luego de esa audiencia salí por la parte posterior, mi hija se acercó con lágrimas en los ojos. Contuve las mías y le di la bendición. Fue un momento intenso para nosotros. Pero luego, Alexis Mera, quien era el Secretario Jurídico se burló de mi hija, dijo que sus lágrimas eran un teatro. Ahora quisiera escuchar que me diga lo mismo… cuando su caso ha demostrado que los procesos deben ser justos y equitativos.

Luego de 10 años todavía hay lecciones que aprender sobre el 30-S. Deben entender, quienes nos gobiernan, que deben entender a la gente, deben comprender sus problemas laborales, en ese caso de la Policía. No se debe reformar una ley simplemente presionando un botón o levantando la mano, como sucedió en el correato.

Por esa forma de hacer política sucedió la protesta y las consecuencias que todos conocemos. También, que hay personas que deben resolver los problemas del Estado, con un manejo de crisis adecuado. Un Mandatario debe reflexionar sobre sus palabras y actuaciones, para no llegar al punto de atacar un hospital, causando la tragedia.

Fuente: Criterios Digital

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